'Thor: Ragnarok'
Resulta evidente que 'Thor: Ragnarok' es un intento por volcar las bondades de los 'Guardianes de la galaxia' en la que hasta ahora era la franquicia más sosa de Marvel Studios. Un intento fallido a ojos de quién esto suscribe, dado que allí dónde la figura de James Gunn se ha crecido ofreciendo su mejor versión la de Taika Waititi se ha empequeñecido ofreciendo al contrario, la peor versión de un director que hasta ahora había sido sinónimo de simpatía.
Y es que lo que en los 'Guardianes de la galaxia' resulta en gran medida natural y orgánico, en 'Thor: Ragnarok' resulta forzado y artificioso en la misma gran medida. A efectos prácticos no deja de ser la misma película de superhéroes de siempre, la misma que hemos visto un millar de veces, y la misma que nos conocemos prácticamente de memoria. Pero obligada como quien dice a punta de pistola a vestirse con colorido y extravagante esmoquin chistoso.
El conocido como el complejo Jack Sparrow. O para no salirnos de Marvel Studios, el también complejo Tony Stark. Hay una diferencia sustancial entre tomarse las cosas con cierta humor y que todo tenga que ser forzosamente un chiste. Una diferencia contra la que choca repetidas veces esta tercera entrega que, como suele ocurrir también en la vida, en su esfuerzo por contrarrestar la seriedad de los dos filmes precedentes se pasa de frenada.
Esta obsesión por la gracieta como recurso erosiona continuamente su credibilidad como película/su efectividad como pasatiempo de dos horas largas de metraje, dejando en fuera de juego a cualquier calado presente en su guión. Por ejemplo a su villana, una Cate Blanchett salida de un capítulo cualquiera de Powers Rangers que contrasta sobremanera con Jeff Goldblum, quién por contra parece estar viviendo en un sketch del Saturday Night Live.
La película se pierde en este continuo vaivén, siendo una broma excesiva a la que no podemos tomar en serio y que a la vez resulta tan irritante y molesta como aquel amigo, visiblemente borracho, que no para de darnos la vara en una fiesta. Aunque igualmente imperfectas, Gunn en las suyas logró al menos que esto fuera parte del ADN apoyado en sus propios recursos, mientras que en 'Thor: Ragnarok' no parece más que una careta encontrada en la calle
Una cuestión de medida, de un exceso de humor entretejido sobre un argumento claramente dramático que deja sin efecto el nervio, suspense o tensión de una duda que no existe, siendo la prueba evidente el poco feeling de alguna que otra muerte en teoría importante. Pero claro, da igual, que la vida es como lo de "procés" o la "Gürtel"... un largo y alargado chiste que ni sorprende ni pilla por sorpresa. Es... lo que se lleva ahora, ¿qué importa?.
Si es que ya lo advirtió el Comediante en los otros 80: "Dije que la vida era una broma, no que la broma tuviera gracia".
Y lo es de tal manera que hasta el que es el incuestionable activo principal de Marvel Studios, su estupendo ojo para los actores (prueben a encontrar a uno solo antipático), sirve para compensarlo. Con Blanchett a por uvas y Goldblum a su bola, el resto se quedan a ver venir el chiste en punto muerto, sin aportar a una historia que en última estancia es, en esencia, tan común, vulgar y poco emocionante como es Thor sin el disfraz de Halloween.
Y lo es de tal manera que hasta el que es el incuestionable activo principal de Marvel Studios, su estupendo ojo para los actores (prueben a encontrar a uno solo antipático), sirve para compensarlo. Con Blanchett a por uvas y Goldblum a su bola, el resto se quedan a ver venir el chiste en punto muerto, sin aportar a una historia que en última estancia es, en esencia, tan común, vulgar y poco emocionante como es Thor sin el disfraz de Halloween.
Y que después de todo parezca 20th Century Fox el mayor galante del universo cinematográfico de Marvel...
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